Monday, January 26, 2015

El Regreso…


El Regreso…

El último año ha sido una época de reajuste para nosotros. Se quedó el nido vacío y nos cuestionamos si todo lo que hicimos por los hijos a lo largo de los años fue suficiente.  Los ve uno a distancia y a veces es muy difícil identificar al pequeño que creció entre nosotros y en quien volcamos todo nuestro cariño y dedicación.  Son hombres hechos y derechos con sus idiosincrasias particulares, su sistema de valores, sus sueños, sus propias penas y preocupaciones, y en un alejamiento tanto geográfico como emocional a veces el corazón de mamá sufre por no tenerlos cerca.

Algo similar sucedió con el perrito guía que teníamos bajo nuestro cuidado. Ya con anterioridad escribí acerca de él.  Dasher estuvo con nosotros un año y tenía un leve problema para controlar sus movimientos intestinales. Como perro guía en entrenamiento, era absolutamente necesario que pudiera caminar ‘limpiamente’. Esto es, no hacer popo.  Como no pudimos cambiar esa conducta, hace once meses lo regresamos a la escuela para que ellos encontraran a alguien con más experiencia que pudiera ayudar a que el perrito tuviera éxito y fuese aceptado en entrenamiento avanzado. 

No sabemos si fue algo fisiológico o emocional, el caso es que Dasher nunca aprendió a controlarse en las caminatas y quedó descalificado para ser perro guía. La semana pasada recibimos una llamada y nos preguntaron si estábamos interesados en adoptarlo formalmente, como mascota.

Es un compromiso a largo plazo, y si se tratase de cualquier otro animalito, probablemente hubiéramos dicho que NO. Sin embargo estamos hablando de Dasher, un perrito a quien educamos desde los dos meses y a quien queremos con todo el alma. Aceptamos y ¡fuimos elegidos!

El jueves pasado firmamos papeles de adopción, pagamos la cuota necesaria de $1 y Dasher regresó a casa.

¿Se puede aplicar esta analogía a los hijos que están lejos y un tanto distanciados de sus padres?

Wednesday, January 21, 2015

El Libro que no escribí…


El Libro que no escribí…

 
Nuestro círculo de lectores leyó  ‘El Jilguero’ de Donna Tartt.  Es un libro de 769 páginas donde la historia gira alrededor de un joven que queda huérfano a los 13 años cuando su madre muere en un ataque terrorista que destruye varias galerías del museo de arte de NY.  Independientemente de la época, el libro me recordó en ciertos aspectos las historias de Carlos Dickens en Oliver Twist y Grandes Esperanzas.

Estas obras maestras de la literatura han inspirado a muchos aspirantes novelistas.  Mi novela, la que no escribí, se fue forjando en mi imaginación basada en hechos de la vida real que ocurrían a mi alrededor.  Dramatizados, matizados con sufrimiento y maldad, descritos de manera grata y entretenida con nudos de suspenso y una chispa de gracia, podrían resultar en una novela bastante amena.

El problema es que pasa el tiempo y no termino de escribir el borrador. ¿Qué impulsó a Donna Tartt a encerrarse y escribir sin parar hasta terminar su libro? ¿Steinbeck, Amy Tan, Fitzgerald y hasta Yolanda Vargas Duclhé? ¿Cuál es la línea que separa a los que terminan sus novelas de los que no lo hacemos?

Desde que quiero escribir me es bastante difícil leer por el simple placer de la lectura.  Me he convertido en una lectora compulsiva que analiza la novela  de diferentes ángulos, sopesa la importancia de los personajes y a veces critica los giros que el autor va dando al argumento.  Por ejemplo, la segunda parte del libro de Tartt me parece un anacronismo. Sin embargo, durante la discusión del libro, nadie más notó aquello que a mi me causó tanta molestia. 

El libro que no escribí, sigue vivo en mi mente, incompleto en mis carpetas y latente en mi disco duro…. el libro que no escribí, aquel que narra la historia de un bastardo podría recordarles de manera distante al pequeño Pip de Grandes Esperanzas. Mi personaje principal crece en un rancho Mexicano durante los años sesentas y tiene la obsesión de ser arquitecto.

Así pues hay un nuevo asunto que completar en mi ‘bucket list’.  Hay que terminar el libro que no escribí.

Thursday, January 15, 2015

Reflejos

REFLEJOS

 

Un amanecer en Mustang Island, observamos esta pequeña ave.  ¿Será cómo el flamenco o las garzas escondiendo la patita por naturaleza?  Picoteando la arena mojada se desplazaba dando saltitos con la única patita visible y tras unos instantes nos dimos cuenta que no la tenía flexionada sino que le faltaba.

He tratado de equilibrarme sobre una pierna y no logro hacerlo por más de veinte segundos.  Dicen que la práctica hace al maestro; me imagino que este pájaro había practicado por mucho tiempo, porque no oscilaba, ni se mecía, ni perdía el equilibrio.  Tenía el mismo aplomo que cualquiera de sus compañeritos bípedos.

En esta vida siempre hay motivos para cojear.  Nos quitan de repente esa extremidad que era un punto de apoyo central en nuestro existir: la pérdida de la salud, del trabajo, problemas familiares, sueños no alcanzados, son muchas las razones y es muy fácil caer en la conmiseración. 

Por eso hoy escribo acerca de mi deseo de emular al pajarito de la playa.  Sí. Me falta una patita, pero no por eso no voy a dejar de contar mis bendiciones.  Miren qué bonito se ve el reflejo sobre la arena.  Así también nosotros, podemos reflejar nuestras ganas de vivir y salir adelante.

¡Feliz Enero! Sobre todo para aquel que me visita por aquí y sigue exhortándome a escribir.