El Complejo de Peter Pan
No voy a tratar del término que se utiliza para
describir a niños inmaduros o con problemas del hipotálamo. El complejo que
menciono es más sencillo. Tiene que ver con esa parte de nosotros que se niega
a crecer y continúa soñado con que la Tierra de Nunca Jamás es un lugar que
podemos visitar y que con un poquito de polvo mágico, todos podemos volar.
Cada quien tiene sus ilusiones acerca de
imposibles. De pequeña soñaba con
hacerme invisible o con poder entrar a las fotos, como Alicia en el País de las
Maravillas al otro lado del espejo. Aunque ya estoy pasadita en años ̶ voy
más allá de medio centenario ̶ debo admitir que sueño con volar. Cada vez
que me subo a un avión, imagino que son mis alas las que se abren y mis pies
los que corren por la pista de despegue acelerando para poder elevarme por los
cielos. Me parece increíble que el
hombre haya podido construir una máquina capaz de atravesar océanos a
velocidades supersónicas. Sé que son principios de física y aerodinámica. Creo
que tuve que tomar alguna clase al respecto en la universidad y que no hay nada
mágico en el vuelo. Sin embargo, el pequeño Peter Pan que vive dentro de mí, continúa
imaginando lo maravilloso que sería poder desplazarme libremente por los
aires. Tanto así que cada vez que me
subo a un avión, no puedo evitar tomar fotos aéreas. Hay algo muy especial en cada una de ellas. Aún en ésta, donde se muestra una posible tormenta, la imagen me llena
de paz y de tranquilidad. Es una serenidad pasajera que invita a reflexionar en los regalos de la vida.
No soy Peter Pan pero me encanta imaginar que sigo siendo
niña, y que todo (TODO lo que soñamos) es posible.