Mineral de Pozos, Guanajuato data de finales del siglo
XVI cuando se estableció un fuerte para proteger el material que viajaba por el
camino conocido como la ruta de la plata. Los Jesuitas se establecen allí y
enseñan a los pobladores la forma de explotar las minas. Construyen unos hornos
cónicos gigantes que aún hoy en día dominan el paisaje silvestre de la
comarca. Son enormes. Me imaginé el aroma de pan horneado
viajando con la brisa matutina y despertando a todos los pobladores de la
villa. ¿Acudirían a recoger su hogaza diaria a cambio de rezar el rosario en la
capilla? Sé que a mi amigo Pepe le va a gustar ver estas fotografías.
El pueblo alcanzó su máxima popularidad a principios
del siglo XX durante la era porfiriana, gracias a la explotación minera. Hoy en día es posible visitar lar ruinas de algunas
de las haciendas mineras y aún en medio de la destrucción y el abandono puede
apreciarse la magnitud de la industria en su apogeo. Existen profundas pozas de acceso y pueden
verse los canales de agua para el filtrado de materiales, las calderas de leña
y los almacenes todavía son visibles entre los escombros al igual que las grandes
casonas de los dueños. Mineral de Pozos llegó a contar con grandes almacenes
como Fábricas de Francia y la vida cultural local gozaba hasta de un
teatro.
Hoy a lo largo de la calle principal han surgido hoteles,
restaurants y bares para pasar el fin de semana. Hay varias galerías de arte y tienditas de
artesanías. Me gustó mucho visitarlo y le agradezco a mi hermana y a su esposo
que me hayan llevado.
1 comment :
Efectivamente, mi querida amiguita Bertini...
… esta es una de las miles de teselas que forman ese gran mosaico que hoy es la República Mexicana. Estos pueblitos y aldeas tienen su pasado y su historia, muchos de ellos puntos importantes que de una forma u otra contribuyeron al engrandecimiento e importancia de la república.
Me recordaste de un súper agradable viaje en camión con nuestro mutuo amigo Daniel, que tuvimos en camino a Taxco, el cual para mi no solo fue casi como una experiencia religiosa, sino que cuando me bajé del camión en ese precioso pueblo, lo primero que exclamé fue “¡Taxco, pueblo de plata, con gente de oro!”
Lamentablemente, no creo que viviré suficientes años para poder degustar de las innumerables joyas de de esa preciosa República, aunque voy a hacer todo lo posible para lograrlo, ¡así me muera en el intento!
Aprecio increíblemente tus aportaciones tan preciosas, que despolvan neuronas en mi cerebro.
Abrazote,
Pepe.
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