Monday, November 10, 2014

Flashback

 

Flashbacks
 
 

 Y para clausurar el anecdotario del viaje a Chiapas, les comunico a mis lectores inexistentes que regresamos con bien, que nos gustó mucho pero que la autora no tiene la disciplina necesaria para terminar lo que se empezó, y que ya pasaron 8 meses de esas vacaciones y ha habido muchos otros sucesos en mi vida, los cuales no he podido ir dejando plasmadas aquí porque el relato del viaje a Chiapas quedaría inconcluso. Pero tras mucho pensarlo, el dictamen es que quede Inconcluso.  Será testigo fiel de mi derrota ante las buenas intenciones de escribir todos los días.

 En mayo se graduó mi hija menor de la preparatoria y empezaron los preparativos para que se marchase a la universidad. Mi esposo y yo tuvimos que tomar el trago amargo al darnos cuenta que la vida pasa mucho más rápido de lo que pensamos (lo veíamos venir, pero no estábamos listos) y que nuestra función activa como padres, quedaba formalmente terminada.  Lo que queríamos que aprendieran durante nuestro tutelaje, o ya lo aprendieron, o no será por nosotros. La convivencia familiar queda reducida a unos cuantos fines de semana al año y si nos va bien, un par de vacaciones.  Si hicimos buen trabajo o no, sólo el tiempo lo dirá. 

 Estamos hoy a tres meses desde que se fue mi hija.  Todavía la extraño mucho más de lo que nunca pude imaginar.  Ayer, por ejemplo tuve una prueba tangible que me dejó un poco preocupada.  Cuando salíamos a cenar por lo general ella y yo íbamos juntas a lavarnos las manos.  Cenamos en un restaurant y fui a lavarme las manos. Por alguna razón se me vino mi hija a la mente.  En ese momento, una jovencita de la edad de mi hija entró a lavarse las manos, y les juro que el reflejo que vi en el espejo fue el de mi hija. Sonreí al reconocerla y me volví para abrazarla.  ¡La niña lavándose las manos enseguida de mi era una perfecta desconocida!  Estoy segura que pensó que yo era una loca de remate.  Gracias a Dios no la abracé. Cuando reparé que no era mi hija, simplemente sonreí con timidez y me marché lo más rápido que pude.  ¿Habrá sido normal esta experiencia, o será el resultado de una menopausia inminente y un grave síndrome del nido vacío?

1 comment :

Anonymous said...

Has cumplido con tus deberes como la vida te los ha asignado, ya por fuerza, ya por voluntad propia.

Como los polluelos que poco a poco van abriendo el cascarón que los ha contenido, éste se abre y los libera, habiendo también cumplido su función.

El nido vacío es testamento fehaciente de tus logros.

André