Thursday, December 24, 2015

La Odisea de la Gelatina de Zanahoria con Piña


La Odisea de la Gelatina de Zanahoria con Piña

Primer Acto


 
En la casa de mi suegra se acostumbraba hacer gelatinas en molde para las fiestas, ya fuera Navidad, día de Gracias o reuniones del día del padre o domingo de resurrección.  Mi suegra era toda una experta en estos platillos que aunque sencillos son frescos y deliciosos.
¿Qué tan difícil puede ser hacer una gelatina con fruta? 
Es vísperas de navidad y se me ha ocurrido que ahora, que ya no está mi suegra con nosotros, yo puedo asumir el cargo de dicho platillo.  Estando en el supermercado me acordé de lo alegre que se ve la gelatina anaranjada y me dije a mi misma: la voy a preparar. Compré dos cajitas de gelatina de naranja y llegué a la casa.
Leí la receta y el primer ingrediente era:

·         Un paquete de 3 oz. De gelatina sabor lima.

¡La gelatina es anaranjada! ¿Cómo que sabor lima?
 
Segundo Acto
 
Otro viaje a la tienda. Claro, la gelatina se ve anaranjada por la zanahoria, pero el sabor de la cajita es lima, la geltaina de lima es color amarillo. Amarillo, amarillo, me vengo repitiendo hasta llegar a la estantería.  Enseguida de las cajitas color naranja, están las cajitas amarillas y enseguida las verdes.  Sin poner mucha atención tomé dos cajitas color amarillo y procedí a pagar.
 
Llego a la casa y pongo a hervir el agua.  A punto de abrir el paquete amarillo, leo la etiqueta.
¿Qué, qué?  No es posible. ¿Cómo pude comprar piña isleña? Esto de la variedad de sabores me ha sacado de onda. Amrillo es lima, lima, lima – no piña isleña.
 
Normalmente, optaría por usar este paquete y no decir nada pero mi familia tiene muy buenas papilas gustativas (no pupilas) y detectarían la substitución en un segundo. Inmediatamente sabrían que arruiné la receta de mi suegra y no seguí las indicaciones al pie de la letra.  Sería un fracaso.  Tendré que ir a la tienda una vez más. Menos mal que estoy planeando con anticipación pues nochebuena no es sino hasta dentro de dos días. Me alcanza el tiempo para volver a ir mañana.
 
Tercer Acto
 
Ya me sé el caminito al pasillo de las gelatinas, lo puedo hacer con los ojos cerrados. Ahora sí escogí la cajita amarilla que dice “sabor lima”. De hecho la leí tres veces. Les juro que es amarilla y dice “sabor lima”.  La cajera  que me ha atendido tres veces sonríe y me dice ¿Le gustan mucho las gelatinas?
Si supiera, pero la tercera es la vencida.  Feliz con mi compra, ahora sí acertada, llego a la casa y procedo a calentar el agua. 
Abro el paquete y lo dejo caer en el agua hirviendo. En lugar de hacer “shhhhhh” y espumarse como hace siempre al mezclar el azúcar con el agua caliente, empiezan a hacerse bolitas como de harina. 
¡No, no, no! ¿Compré un paquete caduco? !NOOOOOOOOO!
Leo la etiqueta, dice “sabor lima”, el contenido es amarillo, la fecha es correcta, pero….pero….¡pero es pudín!
 
 
 
Cuarto Acto
 
Aunque me quede más lejos voy a otra tienda, no qiuero que la cajera me vea y pueda leer en mi rostro la odisea que ha sido preparar esta receta tan simple que mi suegra nos ofrecía tan a menudo.
Me tardo diez minutos leyendo la cajita por adelante y por atrás; asegurándome que todo está tal como debe de ser: ¿es gelatina? Sí. ¿es sabor lima? Sí. ¿está vencido el producto? No.  Bueno: por si las dudas voy a comprar seis cajitas. Así, si algo me sale mal, tengo extras en la alacena.
 
Satisfecha como si estuviera a punto de conquistar el mundo, llego a la casa y caliento el agua.  Disuelvo la gelatina y leo la receta: el siguiente ingrediente es una lata de piña licuada.  Abro la lata, la vierto en el molde junto con las zanahorias y pongo el recipiente en el refrigerador.
 
Dos horas más tarde regreso a checarla y me encuentro con que la gelatina no ha cuajado. Prometo que seguí las instrucciones paso por paso.  ¿de que tamaño era la lata de piña? preguntó mi esposo. Normal, 16 onzas.
 
La receta dice 8 onzas. Es demasiado liquido. Nunca va a cuajar.
 
Epílogo
 
¡Qué bueno que tengo cajitas extras de gelatina, y latas de piña y también zanahorias extras! Soy una mujer preparada en la cocina, quizá no muy ducha, pero preparada. Aquí les dejo la receta y espero que la disfruten. En mi caso, no hay quinto malo. Lo he logrado. (¿Verdad o ficción?)
 

JELLO - CARROT PINEAPPLE SALAD
 
1 3oz. pkg. Jello, lemon
1 c. coarsely grated raw carrots
1 c. hot water
1 c. cold water
1
sm. can crushed pineapple, drained
Follow directions on Jello box. Wait until almost set and stir in carrots and pineapple. Let set.

 

2 comments :

Anonymous said...

¡Ahh, la eterna aventura detectivesca del consumidor cotidiano, aquella de poder y saber descrifrar los contenidos de paquetes de algún producto, así como al estilo de Champollion cuando descifró los jeroglíficos egipcios en la famosa piedra de Rosetta!

Érase aquel tiempo, en el que los colores tradicionales para promover alguna fruta o producto de cierto sabor, se asociaban con dicha fruta o dicho sabor. Por ejemplo, el color rojo siempre era para fresa, el verde era limón, el amarillo era piña y así sucesivamente.

Con el paso del tiempo y la incesante curiosidad de descubrir nuevos y emocionantes sabores, dicha gama de colores básicos dejó de dar abasto y comenzó a adquirir novedosos sabores que ahora obligaban a crear una nueva paleta de colores y sabores para identificarlos. Clarísimo ejemplo de ello lo has dado tú misma cuando escribiste tu aportación de “Menos es más”, haciendo referencia a los “jelly beans” que venían en “¡43 sabores diferentes!” (Diciembre 4, 2014).

La tremenda gama de productos en cualquier supermercado moderno nos deja atónitos y hasta cierto punto nos confunde y frustra porque nos hace sentir ineptos para poder seleccionar algo sencillo. No hay nada sencillo. Hoy todo es complicado, muy complicado.

Sí, el que espera desespera, pero al final de cuentas, ¡tenemos gelatina de zanahoria con piña!

Felices Fiestas

Pepe

LULA RULES! said...

Igualmente, Pepito. Saludos a Pepa.