Wednesday, July 16, 2014

Chiapas Dia 3 - Cascada del Chiflón


Día 3 – Cascada del Chiflón (Marzo 9, 2014)

 Me despertó la tercera llamada a misa de ocho.  No creo que mis hijos asocien las campanadas con la misa, ya que ellos no han crecido dentro de la iglesia católica.  Para mí representa la nostalgia de tiempo atrás, cuando el mundo era mucho más sencillo y las campanas repiqueteaban por todo el barrio avisándonos que era hora de acudir a la iglesia. Neil y yo fuimos al supermercado a comprar botanas para el camino, ya que no íbamos a tener acceso a otra ciudad grande por varios días.  Después regresamos al hotel y desayunamos de nuevo en el restaurante. Hoy todos pedimos chilaquiles, ya que los hacen muy sabrosos. 

Tomamos la carretera de cuota que va de Tuxtla a San Cristóbal. No íbamos a llegar a San Cristóbal pero había que pasar por allí para ir al Chiflón.  La carretera es angosta y empinada y nos recordó el juego de computadora que se llama “Grand Theft Auto”.  En realidad, es de las mejores carreteras del estado, eso lo sabríamos después.

Pasamos por Comitán, tierra de escritores, sin poder llegar tampoco. Se nos había hecho un poco tarde y la cascada la cierran a las cinco de la tarde.  Llegamos allí como a eso de las tres de la tarde, con suficiente tiempo para verla, pero no para disfrutarla, porque en la parte baja del río hay áreas para nadar, y conforme vas subiendo, se van viendo otras cascadas, los anuncios te dicen, te faltan 400 m. para la cascada ‘fulana’ y tú piensas que ya es el final del sendero, pero llegas allí y luego te dicen 700 m para la próxima.  Total que entre el calor y la altura, a mí ya me daba el soponcio.  De cualquier forma estuvo muy bonito el recorrido.  La vista es hermosa.  Al final, subes a un lugar donde la caída del agua te moja.  Valió la pena ir.

De allí íbamos a pasar la noche en el Parador y museo Santa María que está en las afueras de una pequeña población que se llama El Progreso. A pesar de todas las recomendaciones, nos anocheció y pensé que no íbamos a encontrarlo, pero Gracias a Dios la entrada estaba bien marcada y llegamos sin mayor dificultad.  Es una hacienda muy bien conservada con muebles muy bonitos, techos altos y jardines muy lindos.  Cuenta tan sólo con ocho habitaciones y la noche del domingo, éramos los únicos huéspedes.  Mi imaginación voló con el tiempo a tratar de imaginar la vida de las familias que habitaron la propiedad en épocas porfirianas.  Una vida muy distinta. 

Desde el parador podíamos escuchar un altoparlante con los anuncios del día, primero pensé que eran anuncios ambulantes, pero al día siguiente me dijo una de las empleadas que se hacen desde una casa.  Anuncian el precio de la carne, de la leche, que andan buscando a menganito que se reporte, que necesitan trabajadores para tal y tal granja.  Lo bueno es que dejaron de anunciar a eso de las nueve de la noche y tuvimos una noche muy tranquila. 

 

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